Hace tiempo que quería escribir sobre esto, pero no encontraba la manera. Me sentía expuesta y bastante incómoda al reconocer el peso que tienen las palabras de los demás sobre mí. Pero, luego, me di cuenta de lo egoísta que era este pensamiento, porque, ¿cuántas personas pasan por lo mismo? No es necesario entrar en un cánon para ser alguien y quien piense así, demuestra su total falta de respeto hacia quienes ni siquiera conoce, aunque, siendo sinceros, somos nosotros los que, a la larga, salimos ganando. Así, nació el siguiente texto.
Se mueve. Me rodea. Me asfixia. Como una serpiente
se enrosca en mi cuerpo, apretándome y marcando todo aquello que quiero que
desaparezca. O todo aquello que me falta. Pero, ¿es esto así? ¿Es lo que creo
de verdad? ¿O lo que me han hecho creer?
Números.
Estamos rodeados de números y, por tanto, nos hemos convertido en ellos. Hasta
están presentes en lo que vestimos y en lo que comemos. Los contamos, hacemos
cuentas sin parar, sumas y restas, multiplicaciones, divisiones e incluso inventamos
nuevos métodos algebraicos con el objeto de entrar dentro del gráfico en el que
se encuentra todo lo demás, todo lo que llamamos normal, aquello que vemos en
la televisión, en la música, en cualquier tipo de publicidad. En definitiva, lo
que no ves cuando te miras al espejo, porque seamos realistas, o te pasas o no
llegas a siquiera rozar con la punta de los dedos esa idealización a la que
todos aspiramos para ser considerados uno más de la manada. Queremos ser la
incógnita despejada que entre dentro de las operaciones resueltas. ¿Te has
parado a pensar realmente en ti? ¿En lo que tu cuerpo necesita? ¿En tu
naturaleza? ¿Hasta qué punto estás dispuesto a modificarlo? ¿Por qué?
Piernas
interminables, piel perfecta, cinturas, más que de avispa de crisálida, para ellas.
Torsos de piedra y músculos de hormigón para ellos. Esa es una parte de la
“realidad”, pero se olvidan las otras, porque sí, hay más de una. Está la
realidad de quien, por genética, naturaleza o como se quiera llamar, su
constitución es delgada, comen lo que les apetece cuando quieren y no pasa
nada. No aumentan su volumen porque su metabolismo es así. ¿Es ese un problema?
¿Crees que diciéndoles “deberías comer más y estarías mejor, más sano” es
justo? No. Para nada. Luego está el caso contrario, aquellos que son más
fuertes, por las mismas razones que los anteriores eran finos. ¿Ocurre algo?
¿Es “deberías comer un poco menos, te lo digo porque me preocupo por tu salud”
un consejo válido en esta ocasión? Para mí son las dos imposiciones que vienen
disfrazadas de una falsa preocupación que en nada tiene que ver con tu salud.
Ambos físicos son normales, son aceptables y respetables. La salud individual
es un tema sobre el que nadie más que nosotros conocemos los detalles, lo que
se ve, nuestro cuerpo, cualquier naturaleza, no indica malnutrición o
sobrealimentación.
Hay
que tener en cuenta también la estructura ósea de cada uno. Esto recuerda a la
típica frase de “no, es que soy de huesos grandes” que tantas veces hemos
interpretado y usado como excusa y que apunta a una verdad que pasamos como
broma. Olvidamos que imponemos todas las imágenes, retocadas, modificadas y en
muchas ocasiones creadas totalmente por medios digitales, a personas reales,
sin pararnos a pensar en las consecuencias físicas, ni mucho menos mentales,
que causarán nuestras acciones. La falta de empatía que mostramos diariamente
afecta mucho a quienes nos rodean, pero claro, es todo por su bien, ¿no es así?
Dejemos de lado los modelos de cartón y valoremos a quien tenemos al lado no por
el tamaño de su cuerpo, sino por el de su corazón, que ese sí es el que más debería
importar.
"Bodegón" Vi, 2021. Fotografía digital editada. 15x10cm.
Siempre me han dicho
que el desayuno es la comida más importante del día pero yo suelo comer lo
primero que encuentro. Rebuscando una mañana por la cocina me he dado cuenta
que en los envases había más ceros que en mi saldo bancario, parece que hasta a
mí me han atrapado los tentáculos del monstruo "light". Claro a estas
edades ya hay que empezar a cuidarse, pero en el momento que notas un nudo en las
manos y en el estómago que te impide disfrutar de la comida, pide ayuda, tal
vez esta vez no puedas desatarlo solo.
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